La
muchedumbre aguardaba a unos 10 metros del hombre, estrechamente unida. Algunos
estaban tomados de la mano. Algunos brazos pasaban sobre los hombros de otros.
Sin embargo, a pesar del dolor, ningún llanto se oía. Sólo un respetuoso
silencio. El llanto del hombre sí se oía, desgarrador. August Nicholson se
hallaba tendido en el césped junto a la tumba recién abierta, al lado del ataúd
del pequeño Daniel Nicholson.
Se oían gemidos,
y algunas frases entrecortadas:
- - ¿Quién va a esperarme cada noche…
para que le cuente lo que pasó en el día? ¿A quién voy a enseñarle…a cuidar…el
huerto? Oh, Dany…
Después de
un rato, Edward Walker se acercó al señor Nicholson y le colocó suavemente la
mano en el hombro. Nicholson levantó la cabeza y un segundo después pareció
comprender. Asintió con la cabeza y Walker lo ayudó a incorporarse. Se compuso a
medias el traje oscuro y manchado de tierra. En voz muy baja, Nicholson le
dijo:
- - Podemos huir de las penas, pero al
final nos vuelven a encontrar…
Luego
toda la aldea se aproximó y tuvo lugar el entierro. Algunas niñas dejaron caer
flores amarillas sobre el pequeño féretro.
En el
almuerzo común que tuvo lugar inmediatamente después, el señor Nicholson (también integrante del
Consejo de Mayores) ocupó el lugar central, a la derecha de Edward Walker.
Salvo esos lugares centrales, el resto de la aldea se ubicó de acuerdo a sus
propias preferencias en la larguísima mesa: familiares, amigos, novios. En el
extremo derecho, en la última silla de tosca madera, estaba Noah Percy y
curiosamente Ivy Walker no estaba a su lado, sino con su hermana Kitty, y al
lado de Kitty, mirándola amorosamente, el remilgado de Finton Coy. Noah reía mientras
le robaba el pan a Phillip Day, mucho más pequeño que Noah y evidentemente a
disgusto con el lugar que le había tocado.
Entonces
Edward Walker se puso de pie, evidentemente conmovido. Durante un momento
pareció no encontrar las palabras necesarias.
- - En momentos como estos es cuando nos
planteamos si hicimos lo correcto al decidir instalarnos aquí, lejos de las
ciudades y su maldad. El pequeño Daniel
no estaba ni siquiera gravemente enfermo, sólo que nuestras medicinas no fueron
suficientes. Entonces nos planteamos qué…qué hubiera sucedido si no nos
hubiéramos alejado, si estuviéramos en contacto…con…otras gentes...Nos
preguntamos si hicimos lo correcto…
August le tomó la mano por lo bajo,
dando a entender que aceptaba todo lo sucedido y que él sí creía que la
decisión había sido la correcta: alejarse de las ciudades envilecidas, fundar
la aldea de acuerdo a los viejos preceptos de caridad, solidaridad, vivir
realmente en comunidad. A veces el precio a pagar era enorme, pero Nicholson lo
aceptaba. Las penas, simplemente, acababan encontrándonos.
Walker le
devolvió el apretón de manos y se sentó, y los platos y las fuentes comenzaron
a circular.
Nicholson
miró a Walker y le hizo un gesto de asentimiento, como reafirmando que continuaba
apoyando el proyecto y que justamente Walker era quien no debía dudar jamás.
Que dependían de su convicción y firmeza como hace muchos años, cuando se
mudaron.
-
- Es solo que ya deberíamos dejar de
llamarlo Refugio. Es nuestra aldea, y
la muerte ha llegado como llega a todos lados. Dany enfermó, pero no fue
asesinado ni torturado, ni lo destruyeron las drogas. Edward, voy a llorarlo
todos los días, pero estoy en paz, la decisión fue correcta. Estoy convencido.
-
-Gracias, August.
- -- Debemos estar más unidos y
convencidos que nunca.
- - Sí…
En ese
momento, Noah Percy, que por su posición era el más cercano al límite del
bosque, se puso de pie, escuchando. Una risa nerviosa le torció el rostro y
aplaudió tres veces. La señora Loomys trató de hacerlo sentar, pero Noah la
miró con una especie de alegría feroz y le dijo:
-
- Los
otros, los otros…
Y entonces
se escuchó, en lo profundo del bosque, un sonido similar al de un cuerno de
caza, grave y ominoso. Y luego como si golpearan con palos varios troncos al
mismo tiempo, rítmicamente. Era como una celebración, y una amenaza al mismo
tiempo. Noah finalmente se tapó los oídos y comenzó a llorar y el miedo se
generalizó entre todos los habitantes de la aldea, aunque no era la primera vez
que oían esos sonidos. Pero la muerte de Dany, ese día especial…
Edward
Walker le habló al oído a Nicholson. Nadie más pudo escucharlo:
-
- Espero que estemos haciendo lo
correcto.